Sobre AMADA

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La Asociación Médica Argentina de Anticoncepción fue fundada 7 de septiembre de 1999, por un grupo de ginecólogos notables, con el propósito de construir un espacio de estudio, reflexión y acción sobre temas vinculados al proceso normal de la concepción humana y su control. En aquel entonces, se definieron 3 objetivos:

El primer presidente fue el Dr. Carlos Gurucharri, y la Dra. Eugenia Trumper, la vicepresidente. Acorde a los objetivos propuestos en su fundación, la Asociación tuvo una gran actividad académica en aquellos años. Se escribió el Tratado de Anticoncepción; se organizaron cursos presenciales, talleres y jornadas de grado y de posgrado, jornadas conjuntas con otras sociedades, se publicaron normatizaciones y se ofreció asesoramiento legal y científico a instituciones gubernamentales. La aparición de nuevos métodos contraceptivos, nuevas moléculas dentro de la anticoncepción hormonal, con nuevas vías de administración en la primera década del nuevo milenio obligaba a estar en permanente actualización, para poder ofrecer a las mujeres las nuevas y viejas alternativas.

También se trabajó arduamente en derribar mitos… los mitos no solo en la comunidad, sino también entre los profesionales de a salud. Estos mitos, que se transmiten generalmente en forma oral de generación en generación y que no tienen ningún sustento científico, han levantado históricamente barreras con falsos conocimientos, al acceso a los métodos anticonceptivos. Fue por ello que la sociedad tuvo como gran tarea en esos años, ayudar a los médicos, mediante la formación médica continua y las actualizaciones, a desterrar los mitos. De la mano de esta actividad, también se ocupó de otra tarea: cambiar el paradigma de muchos médicos sobre la forma de administrar la anticoncepción a los usuarios. Efectivamente, había que enseñar a dejar el modelo de medicina paternalista, en donde el médico decidía qué método anticonceptivo debía utilizar el paciente, para pasar a un modelo en el que médico debe analizar la situación clínica de la paciente, brindar el mayor nivel de información en términos comprensibles sobre las diferentes alternativas, para que la usuaria y su pareja puedan hacer una elección informada del método.

El desarrollo de esta actividad, fundamentalmente docente, se daba en paralelo con la aprobación del Programa Nacional de Salud Sexual y Procreación Responsable (PNSSyPR) (en 2002 la Ley, en 2003 el Programa). Este hecho, único en la historia de la Anticoncepción en la Argentina, fue fruto de muchos años de luchas de distintos sectores de la sociedad, que a partir de diferentes acciones políticas pudieron establecer los marcos sociales, para que desde el Estado se generaran programas y políticas públicas en la materia.

En esta lucha participaron algunos miembros de nuestra sociedad que empezaron a entender que ocuparse de anticoncepción no podía limitarse a la formación científica de los médicos. Debíamos ampliar nuestros objetivos: ocuparnos de generar acciones que promovieran la salud sexual y reproductiva. AMAdA debía ocuparse de promover la igualdad de derechos, la equidad y la justicia social, para poder así mejorar la estructura de oportunidades, en el campo de la salud sexual. Algunos miembros de nuestra sociedad se comprometieron con estos objetivos más amplios y tomaron el compromiso de luchar por los derechos. La labor de todos estos colegas fue ardua, intensa y no exenta de obstáculos.

Si uno mira la historia de nuestra Asociación, observa que la visión y la misión de nuestra sociedad ha cambiado a lo largo de estos años. Y este cambio se fue dando en paralelo al de otras sociedades de anticoncepción en el mundo. Nuestro objetivo actual es lograr para nuestra población el nivel más alto de salud reproductiva, garantizando los derechos sexuales y reproductivos, que desde el año 1994 son considerados parte integral de los derechos humanos. En este contexto, la anticoncepción pasa a ser la estrategia, el instrumento, para que las parejas puedan decidir libre y responsablemente el número de hijos que desean tener y cada cuanto tenerlos, y disminuir así el número de embarazos no planificados.

La prevalencia de los embarazos no planificados en distintas partes del mundo continúa siendo dramáticamente alta y no disminuye, independiente del nivel socio económico o del nivel educativo que se analice. Los derechos sexuales y reproductivos de muchas mujeres no son respetados. Siguen existiendo inequidades en el acceso a servicios, en la disponibilidad de recursos humanos y físicos adecuados y en la calidad de la atención sanitaria para las mujeres que viven en las jurisdicciones más pobres del país. La violencia de género sigue existiendo.

Por ello, la tarea de nuestra sociedad se ha expandido; los objetivos se ampliaron. Nuestra sociedad trabaja arduamente en esta tarea de promoción de los derechos y se ha convertido en referente de consulta de organismos gubernamentales, sin dejar de lado, obviamente, toda la actividad académico-científica.

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